María Olga Calixto and her family run a hardware shop outside of Queretaro, Mexico. Though her husband and children also help out at the store, Maria Olga manages the finances and, more often than not, is the face of the business as she works behind the counter.
“We sell a little of everything: spray paint, tools, bicycle parts — even cement and plaster,” she says. Among María Olga’s many challenges is stocking her shop with enough inventory to meet the needs of her walk-in customers while still maintaining sufficient cash reserves to buy materials when she receives larger special orders.
Before the pandemic, María Olga could depend on short-term credit from her suppliers to cover the costs of unexpected purchases requested by her customers. A quick call to a trusted supplier would mean she could receive products at her door within hours, with the understanding that she would pay for the inventory once she received the payment from her customer. The liquidity within the value chain kept her store afloat while also generating business for her suppliers.
But these arrangements presented complexity for her suppliers, like Materiales San Francisco. In order to extend credit to its small business customers, Materiales San Francisco needs to keep track of outstanding credit, shoulder the risk of default, and manage the complex cost of capital. As the COVID-19 lockdowns extended in Mexico, Materiales San Francisco found that cost of capital skyrocketed, and they could no longer extend credit to their customers.
This change had implications for María Olga and for her customers, many of whom are individual contractors. She says, “I wasn’t solvent then; something was always due. Customers would come, and I didn’t have the cash to buy the materials, even when they were ready to buy.” Furthermore, she wasn’t able to offer her customers delayed payment terms, although many of them only receive payments once their own jobs are complete. “It was complicated before; I would run out of money for inventory. I was losing clients because of lack of materials and because I couldn’t offer [them] credit.”
Then, a year ago, a new partnership between Materiales San Francisco and Caja Bienestar — the largest socially focused financial institution in Mexico — offered a solution. Working with Accion, with support from MetLife Foundation, Caja Bienestar created a revolving credit line for microentrepreneurs, purposefully designed to help their clients stay resilient in times of hardship and improve their financial well-being. Caja Bienestar partners with trusted local distributors like Materiales San Francisco and extend credit to the distributors’ small merchant customers so that they can get the inventory they need for their stores and repay once they sell the products. María Olga learned about Caja Bienestar at exactly the right time, and the rotating credit line they provide has helped her out of a hole. “Now, I can tell Bienestar when I need capital to make purchases. I can help others in the community that need credit.”
She notes that the Bienestar team goes above and beyond to help her. Her shop is located far from an Oxxo, a popular convenience store chain where other customers deposit their credit repayments. Instead of forcing her to make the onerous trip, her Bienestar agent Mauricio comes to her shop to pick up her payments, so she doesn’t have to close her shop and lose sales. “I don’t feel a lot of pressure with Bienestar. I can schedule my repayment date when I have the money. They understand the ins and outs of running a small business.”
María Olga is relieved to have found a trusted partner that can help her maintain her financial health and that of her business, saying, “These days, there isn’t anyone to trust or who trusts you. I thank God that Bienestar came along and that they had confidence in me.”
Watch Maria’s story here:
Una ferretería familiar continúa con su negocio gracias a las herramientas financieras adecuadas
Las pequeñas empresas pueden apoyar a sus familias y comunidades cuando disponen de las herramientas financieras para mantener sus negocios operativos.
María Olga Calixto y su familia tienen una ferretería a las afueras de Querétaro, México. A pesar de que su esposo e hijos también la ayudan en la tienda, María Olga administra las finanzas y, la mayoría de las veces, atiende a los clientes en el mostrador.
“Vendemos un poco de todo: pinturas en aerosol, herramientas, piezas de bicicletas, incluso cemento y yeso”, dice. Uno de los muchos desafíos de María Olga es abastecer su tienda con suficiente inventario para satisfacer las necesidades de los clientes que se presentan y, a la vez, mantener suficientes reservas de efectivo para comprar materiales cuando recibe pedidos especiales más grandes.
Antes de la pandemia, María Olga contaba con el crédito a corto plazo de sus proveedores para realizar compras inesperadas y satisfacer los pedidos de sus clientes. Con una simple llamada a un proveedor de confianza recibía los productos en su tienda en cuestión de horas, en el entendido de que pagaría por el inventario una vez que su cliente le pagara. La liquidez provista por su distribuidorgarantizaba el funcionamiento de su tienda y a la vez generaba negocios para sus proveedores.
Pero este esquema leresultaba complicado a sus distribuidores, como a Materiales San Francisco. Para otorgar crédito a sus clientes de pequeñas empresas, Materiales San Francisco necesitaba realizar un seguimiento de los créditos pendientes de pago, asumir el riesgo de incumplimiento y manejar el costo del financiamiento. A medida que los confinamientos por el COVID-19 se fueron extendiendo en México, Materiales San Francisco descubrió que sus costos financieros se dispararon y ya no podía seguir otorgando crédito a sus clientes.
Este cambio tuvo implicaciones para María Olga y sus clientes, muchos de los cuales son contratistas individuales, y comenta: “en esa época no estaba solvente; siempre debía algo. Los clientes venían y yo no tenía cómo adquirir materiales, incluso cuando estaban decididos a comprar “. Además, no podía ofrecer a sus clientes facilidades de pago, aunque a la mayoría de ellos solo les pagan una vez que terminan sus propios trabajos. “Antes era complicado; me quedaba sin dinero para el inventario. Estaba perdiendo clientes por falta de materiales y porque no podía ofrecerles crédito “.
Luego, hace un año, una nueva asociación entre Materiales San Francisco y Caja Bienestar, la institución financiera con enfoque social más grande de México, ofreció una solución. En colaboración con Accion, y con apoyo de MetLife Foundation, Caja Bienestar creó una línea de crédito renovable para microempresarios diseñada con la intención de ayudar a los clientes con su resiliencia en tiempos difíciles y mejorar su salud financieras. En asocio con distribuidores locales de confianza como Materiales San Francisco, otorgan crédito a los pequeños comerciantes clientes de los distribuidores para que puedan obtener el inventario que necesitan para sus tiendas y pagar una vez vendidos los productos. María Olga supo de Caja Bienestar exactamente en el momento adecuado, y la línea de crédito que ofrecen la ha ayudado a salir de sus problemas. “Ahora puedo llamar a Bienestar cuando necesito fondos para realizar compras, y así puedo ayudar a otros en la comunidad que necesitan crédito “.
Ella comenta que Bienestar se esfuerza por ayudarla. Su tienda está ubicada lejos de Oxxo, una popular cadena de tiendas de conveniencia donde otros clientes depositan sus pagos. En lugar de obligarla a hacer ese costoso viaje, Mauricio, su agente de Bienestar, viene a su tienda y recoge sus pagos para que no tenga que cerrarla y perder ventas. “No siento mucha presión con Bienestar. Puedo programar mis fechas de pago para cuando tengo dinero disponible. Ellos entienden lo que significa manejar una pequeña empresa “.
María Olga se siente aliviada de haber encontrado un socio de confianza para su negocio y dice: “Actualmente, no hay nadie en quien confiar o que confíe en uno. Gracias a Dios que vino Bienestar y confiaron en mí”.